domingo, 28 de noviembre de 2010

Las Brujas

Las Brujas

Entre los s. XV y XVII tomó especial fuerza en Europa la denominada caza de brujas. La locura colectiva desencadenada  causó la muerte de miles de víctimas inocentes, sobre todo en las zonas rurales, donde la ignorancia alimentaba todo tipo de supersticiones.

Esta caza de brujas que convulsionó a la Europa occidental  pudo no revelar la existencia de demonios sobrenaturales, pero sí engendró una nueva especie de monstruos humanos: los cazadores de brujas, hombres de rectitud patológica dedicados a descubrir a las supuestas servidoras del diablo.

La obsesión con los demonios empezó a alcanzar un crescendo cuando, en su bula Summis Desiderantes de 1484, el papa Inocencio VIII declaró:

”Ha llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con ángeles malos, íncubos y súcubos, y que, mediante sus brujerías, conjuros y hechizos sofocan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las mujeres.”

Posteriormente se organizaría de modo instruido la caza de brujas en toda Europa.

Las brujas eran acusadas de ser responsables de la peste negra, las epidemias, plagas, las sequias, o cualquier otra desventura; de tener poder, además, de causar desgracias a personas concretas a través de filtros o pócimas, invocaciones, provocando con su poder mágico la muerte;  se consideraba que se podían transformar en animales, realizar vuelos noturnos, hacerse invisibles, acceder a cualquier lugar por lejano y seguro que fuera. Para realizar sus atrocidades se reunían, generalmente por la noche, en aquelarres, reuniones orgiásticas en las que se daba rienda suelta a todo tipo de abominaciones  y que tenían como invitado de honor al propio demonio, representado por un macho cabrío, con el que se suponía las brujas sostenían cópula carnal.

El número de personas  condenadas la hoguera bajo este cargo en el s. XVII, sólo en Alemania, ha sido caculado en 100.000 personas. Para el mismo periodo, en Inglaterra  fueron alrededor de 50.000.


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